Col (Brassica oleracea). Los antiguos la consideraban como el remedio universal. Hipocrates la prescribía cocida con miel, para atacar toda clase de cólicos. Las mujeres de Atenas comían abundantes platos de coles durante el embarazo. El entusiasmo por la Col fue tan grande, que se llegó a atribuir a la orina de las personas que se alimentaban con coles, la virtud extraordinaria de curar los herpes, las fístulas y hasta el cáncer. Los dolores de costado desaparecen con la aplicación de hojas cocidas, bien calientes. Si se aplican sobre los pechos de las nodrizas, hacen desaparecer los infartos mamarios. En cataplasmas, dan muy buenos resultados contra los dolores reumáticos. Para ello, deben aplicarse bien calientes y renovarlas cada dos horas, por lo menos. Las semillas de la Col son un excelente vermífugo. Cáncer y Escorpio. La Col roja, llamada Lombarda, comida antes de un festín, evita los daños que produce el vino bebido en gran cantidad. Tiene propiedades contra los flatos, la bilis, y la ictericia. Luna y Júpiter.
(In «Paracelso - Las Plantas Mágicas, Diccionario de Bótanica Oculta, Ed. 29, Barcelona)